Yvette + Peter

Casa 1537, Cartagena de Indias

 Una boda de destino

 Casarse en el lugar de origen de la pareja es lo tradicional, pero hoy las reglas han cambiado, todo se trata de darle gusto a los novios y celebrar el amor de cualquier forma imaginable. Esta pareja escogió una de las pocas ciudades amuralladas de las que aún queda vestigio para sellar su compromiso, tal vez por su visión romántica del mundo o porque les apasiona darle un significado a todo, quizás es por qué están convencidos de que nada ocurre sólo por que sí, lo que hoy es un encuentro mañana puede significar pasar el resto de tu vida al lado del verdadero amor, ya que ambos coinciden en que su sentimiento fue real y sólido desde el inicio de su noviazgo y algo así, no podría haber tenido un festejo común. 

 Preparándose para el mejor día

 Yvette es una novia que pone atención en los detalles, eso se reflejó en la organización del evento, no por nada escogío a Mary Cueter como wedding planner, también pudimos notarlo en su arreglo, en la fina joyería que la adornó ese día, así como en su tocado. Su cabello recogido y su maquillaje en tonos neutros, dejaba el protagonismo a sus expresivos ojos. Un vestido blanco que puede hacer soñar a cualquiera, que combinaba toques modernos con un profundo escote con distintivos antiguos como mangas largas de encaje transparente y un corte princesa. Zapatos abiertos en dorado viejo, muy adhoc con el estilo colonial de la boda, y aplicaciones abrillantadas. Mientras tanto el novio, equilibraba perfecto un smoking en blanco y negro.  

 La mañana del gran día fue relajada, Yvette pasó tiempo con sus damas, entre las que se encontraban su hermana y sus primas, cómplices discretas, que se mostraron entusiastas todo el tiempo y brindaron con ella por su próxima vida como casada. Ya para la ceremonia, la corte lució vestidos en rosa pastel y pajecitos blancos, que ayudarían a que el evento tuviera un tinte romántico y tierno.

 La ceremonia

 El escenario de la boda fue la Catedral de Cartagena, maravillosa construcción que destaca por su majestuosidad. Uno de los momentos más emotivos que incluso dejó escapar lágrimas en algunos asistentes fue la entrada de los novios, acompañados de sus respectivos padres, como marca la tradición. En lugar de alfombra roja, caminaron por el formidable piso blanco-negro del recinto, primero el novio y su madre, hermosa y sutil, que compartía con él miradas de complicidad y finalmente, la novia y su padre, expresivo y feliz.

Al concluir la celebración eucarística, la pareja y sus invitados caminaron hasta Casa 1537 acompañados de un espectacular show de mulatas, que todos disfrutaron con alegría.

 El festejo

Los nuevos esposos hicieron su entrada triunfal al evento, dónde los esperaban sus invitados entre aplausos y felicitaciones. Una de las preocupaciones de la pareja es que su familia y sus amigos disfrutaran del evento tanto como ellos, querían que fuera una noche inolvidable así que, pusieron especial atención en el banquete, con algunos platillos típicos de las tierras colombianas, dieron placer al paladar más exigente. La mesa de postres fue soberbia, había para todos los gustos, desde diminutos pastelillos hermosamente decorados hasta mousses, tiramisús, cheesecake, entre otros. Absolutamente cada detalle reflejaba el exquisito gusto conservador de la novia.

 El ambiente juvenil y jovial de la fiesta hizo que la noche fuera alegre y placentera, una vez que culminaron los rituales de los recién casados, comenzó el baile a cargo de los DJ y de artistas de lujo Los Rabanes desde Panamá, todos pisaron la pista e incluso los novios pasaron a la tarima con los artistas, gozaron cada minuto de su boda.

 El entorno y la pareja hicieron que este momento fuera único, una experiencia que recordarán por siempre con una sonrisa.